miércoles, 18 de junio de 2008

warelo, tiene razon

¿Cuándo?

Juan Cristóbal Guarello.jpg

Hace algunos meses, el destacado periodista deportivo Eduardo Bruna en otro medio publicó una columna titulada "¿Cuándo se jodió el fútbol chileno?". Esto a propósito de lo insufrible que se ha convertido para el hincha normal el simple trámite de ir al estadio. Bruna parafraseaba a Mario Vargas Llosa (¿Cuándo se jodió Perú?) y yo parafraseo a Bruna ¿Cuándo el fútbol chileno se transformó en la olla a presión de todas las deudas sociales? Porque el asunto ya no conoce límites. Antes la violencia, y digo antes pensando en diez o doce años porque para atrás nunca hubo problemas, se limitaba al clásico entre Colo Colo y Universidad de Chile. Hoy el asunto ya es un cáncer irreversible, y tenemos problemas en cualquier partido y por cualquier motivo (generalmente sin motivo alguno).

El diagnóstico es muy sencillo: el fútbol chileno es rehén hoy de un grupo específico de vándalos y pungas, que con el miserable argumento del "awante", tienen en jaque al 90% del público. El estadio se transformó en un vía crucis cincuenta cuadras antes de comprar el boleto. Porque los delincuentes van rompiendo las micros, saltando arriba del techo del Metro y asaltando a los pasajeros. En el entorno a la cancha, los macheteros son una plaga y los cogoteos se ven cada cinco metros (como el sábado en el Nacional). Dentro del estadio es otro cuento: la galería les pertenece completamente, los vendedores desaparecieron hace años porque los asaltaban y los baños no existen porque los pungas los rompen. El que quiera ver el partido sentado o quiere llevar a sus hijos tiene que comprar boletos caros, porque en la tierra arrasada es un peligro. Además, si a sus majestades del "awante" el espectáculo no les agrada, rompen el estadio, queman los tablones y los tiran a la cancha. A la salida el asunto no termina: piedrazos, agresiones, asaltos, autos destrozados. ¿Cuándo el fútbol chileno se convirtió en esta porquería? Y no estamos hablando sólo de la "Garra Blanca" o "Los de Abajo", porque esta sopa la tuvimos en Sausalito el sábado y en Iquique el domingo. Cualquier partido termina a los peñascazos.

Habrá sociólogos y antropólogos que explicarán la frustración de la juventud, la represión y las promesas no cumplidas de los gobiernos. ¿Les cuento una cosa? Hace 25 años había más frustración, más represión, 30% de cesantía y el gobierno ni siquiera se daba la lata de prometer. Recuerdo haber visto niños sin zapatos, gente vestida casi con harapos viendo el partido. Entre esa miseria evidente se pudo esperar, y con razón, un estallido violento por frustración y hambre. Pero no, ellos entendían algo fundamental: el fútbol es el espectáculo más lindo del mundo y los verdaderos protagonistas están en la cancha.

Si observamos quiénes son los culpables de la mayoría de los incidentes, las imágenes se reiteran: pailones de entre 12 y 20 años, que seguramente viven a costillas de sus padres y tienen la certeza de que van a quedar libres de inmediato sin son detenidos. ¿Alguna vez se van a pegar un canazo de dos meses para que aprendan? Va a llegar el día que estos pungas van a constituir los únicos espectadores. Lindo fútbol vamos a tener entonces...